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Entrevista a Milton Fornaro, autor de "La madriguera"

"El protagonista de La madriguera es un sobreviviente, no sólo de un campo de exterminio sino en todo el sentido de la palabra", dijo Milton Fornaro, quien habló de su último libro. Entrevista de Ana Jerozolimski.
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16.12.2016 12:58

Lectura: 15'

2016-12-16T12:58:00
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El Palacio Durazno, el Zhitlovsky, la Polonia ocupada por los nazis, los campos de concentración y exterminio, un escondite en Buenos Aires, el Holocausto y la lucha por la justicia ejemplificada en el juicio a Adolf Eichmann... todo se entremezcla en la más reciente novela del escritor Milton Fornaro (La madriguera -Alfaguara- Penguin Random House, 2016) publicada hace pocos meses. Es su decimoquinto libro.
La trama del libro atrapa y cuesta interrumpir la lectura. La historia de fondo, la conocemos bien. Pero esta nueva obra de Fornaro logra crear expectativa como si todo fuera una serie de grandes misterios que aún deben ser develados. Nos resultó casi imperioso entrevistarlo. Fue interesante conocer los pormenores de su trabajo de investigación. Pero lo más importante es el porqué, la razón por la que consideró clave escribir hoy sobre el Holocausto.

Agradecemos a Milton habernos recibido en su casa. Este es un resumen del diálogo mantenido.


Milton, lo que motiva esta entrevista es tu última novela La madriguera. Es una novela histórica y también una novela policial. ¿Cómo resumirías el tema del libro para aquellos que no lo leyeron?

El tema es, a partir de la peripecia de un sobreviviente, mostrar un reflejo del alma humana y, además, una situación histórica muy particular como fue, en la Segunda Guerra Mundial, la realidad de los campos de exterminio del Holocausto. En otras novelas anteriores mías, yo eso lo vi después y por casualidad, hay una recurrencia al tema de los sobrevivientes. Por ejemplo, en Un señor de la frontera se trata de un niño de la frontera de Uruguay con Brasil en el Chuy que crece en la calle, que de alguna manera es un sobreviviente, y termina siendo un gánster traficante de drogas. En otra novela, Si le digo le miento, el protagonista es un militante político que durante la dictadura uruguaya se tiene que refugiar en el sótano de una casa amiga y, sobreviviente también, termina siendo de alguna manera prisionero de la mujer que está en la casa, pero se da maña para zafar de esa situación. El protagonista de La madriguera es un sobreviviente, no sólo de un campo de exterminio sino en todo el sentido de la palabra, porque hace lo imposible por vivir.

Además, ese sobrevivente, Aaron Goldwicz, fue un "kapo" en el campo, un personaje de por sí muy complejo, por decirlo delicadamente, en la historia de la Shoá.

Yo no juzgo cuando escribo, yo planteo situaciones. ¿Por qué me interesa el tema del protagonista, de Aarón Goldwicz? Porque yo tenía que poner a un hombre en una situación crítica, muy límite, como fue la que padecieron todos los prisioneros de los campos de concentración, y ver cuál era su reacción. Hay un personaje que es el amigo de él, el hijo de un rabino, que se evade a través de la religión e incluso de la locura, cuando se olvida de las letras de las salmodias termina salmodiando como si fuera un canto sin letra, pero él sabe que esa es la salvación para él, se aferra a su religión. Aarón va por otro lado.

Pero además, la condición de "kapo" es muy singular.

Sí, un colaboracionista.

Una figura nefasta siempre, "policía" judío a servicio de los nazis. Pero además, mientras leía, yo veía que por un lado estabas pintando de manera magistral diferentes tipos de judíos, y por otro te confieso que hubo momentos en los que yo casi diría que me enojaba contigo, preguntándome por qué elegiste como protagonista de la novela justamente a un judío tan despreciable. Tú decías que no juzgas, pero el lector sí puede hacerlo. Y mi sensación era que tu personaje Aarón iba más allá de una situación terrible impuesta, por la cual ser kapo podía ser su salvación...

Es más que eso. Te voy a contar: yo tengo una hija que es escritora -además tengo dos varones- y es una crítica furibunda de lo que hago, y dice: mi padre siempre se mete en camisas de once varas. Es cierto, yo podía haber elegido un ser más ejemplar para que fuera el protagonista, pero a mí eso no me interesa, a mí me interesa romper los moldes. Me interesa esta persona, que puede ser despreciable, pero yo estoy seguro que no lo es, porque si uno analiza lo bien que se porta con su amigo y con Yankev, el hijo de su amigo, cuando era un niño, siendo él quien pone el dinero para salvarlo, y cómo se comporta después en Montevideo, no es un personaje totalmente oscuro.

Bueno, a mi criterio en el campo, sí era totalmente oscuro. En la visión general, también tenía ciertas luces. Pero tiene actitudes tan extremas que a mí me resultó difícil verlas.

Incluso cuando se hace la vasectomía voluntaria para alegrar al cirujano que estaba haciendo esas barbaridades, eso también es una negación. Él dice precisamente que no quiere traer a otro judío al mundo, es decir, él niega de su origen judío. ¿Hay gente así? Yo pienso que sí. A mí me interesa mostrar esos extremos, porque además yo sostengo que ser sobreviviente de un campo de concentración es un hecho, pero no da patente de nada. No es una categoría, así como no todos los ex presos políticos en Uruguay son buenas personas, ¿por qué tienen que serlo? Pasaron una situación horrible y todo, pero...

Ese es el único común denominador.

Claro, entonces a mí me interesa eso, porque me interesa bucear en el alma. Muchas veces me pongo en esa situación y me pregunto cómo hubiese actuado yo...

Eso me lleva de nuevo al tema de que, como decías, tú no juzgas. ¿Te puedes separar de tu condición de autor de la novela y, como lector, sí juzgarlo?

Sí. Había una situación muy especial con los kapos. Ellos tenían que cumplir y tenían que esforzarse, porque si fallaban había muchos candidatos a ocupar su lugar. Era un empleo, un oficio, muy apetecible para los prisioneros, porque daba un estatus de cierta tranquilidad y comodidad que los otros no tenían. ¿Cuánta gente ha vendido el alma al diablo?

En tantas situaciones históricas...

En tantas situaciones, e incluso en situaciones no tan graves. Entonces, vos me preguntás si como lector lo juzgo, y sí. Yo cuando escribo pienso en un lector ideal.

¿Qué es el lector ideal?

Un lector ideal que, en definitiva, es alguien a quien yo le pongo cara -puede ser un amigo, una amiga- que me pregunto qué diría leyendo esto o cómo lo haría. Ese lector ideal también soy yo, porque como dice Borges, yo estoy orgulloso de lo que leí y no de lo que escribí. Porque además uno lee mucho más de lo que puede llegar a escribir en toda su vida. Entonces, yo soy un lector, y crítico...

Como lector, ¿qué dirías de La madriguera? ¿Qué te inspiraría una historia así, de un kapo que hace quizás más de lo que los nazis esperaban de él?

Yo te voy a decir una cosa: yo escribo lo que a mí me gustaría que otros me contaran y que hasta ahora no me contaron. Yo estoy satisfecho con esa escritura.

 

ADVERTENCIA, NO SÓLO LITERATURA

Estás escribiendo desde hace muchas décadas. Y tu primer libro lo publicaste hace 50 años, cuando tenías sólo 19. ¿Hay un proceso por el cual ahora, 50 años después, llegaste al Holocausto?

Sí, hay todo un proceso. Es un tema que a mí me interesa mucho. Creo que es el crimen más horrible del siglo XX, en el cual yo nací y tuve toda mi formación, y creo que, por lo que está ocurriendo hoy en el mundo, es necesario volver los ojos atrás y mirar lo que fue el Holocausto. Por qué y cómo fue provocado. Yo planteo, en este momento en el que hay muros, físicos y mentales, cuando el distinto es culpable, como fueron los judíos y ahora son los homosexuales, los negros o cualquiera, cuando se establecen diferenciaciones muy férreas, nosotros ahora vemos el triunfo de Donald Trump y nos asustamos por la prédica, pero ese señor fue votado por millones de personas. Entonces, a mí me interesa tener vivo lo que fue, lo que significó, cómo fue el crecimiento del nazismo, cómo fueron los temas de la eugenesia, cómo empiezan a hacer la diferenciación entre las razas. El código ético de los médicos alemanes en la década del 40 en el tercer o cuarto párrafo dice: "Tengan cuidado con los judíos, porque simulan ser humanos, su origen se desconoce". Médicos, científicos diciendo eso, y eso era admitido. Entonces, sí que me interesa, porque además yo, como miembro de la especie humana soy, en alguna medida, también coautor del Holocausto. Si yo no hablo, si no digo, también soy cómplice. Y como tengo una herramienta que es la escritura, puedo hacerlo.
Si yo fuera judío sería natural que piense de esa manera. Yo no lo hago como judío sino como un miembro de la especie humana que, en alguna medida, siente vergüenza por lo que pasó. Fueron seis millones de personas, es una cifra monstruosa.

¿Por qué para todo ciudadano del mundo es importante conocer lo que pasó? Sabemos que cuando se habla de la Shoá, siempre hay alguien que dice "otra vez los judíos con eso"...

Hay una frase que dijo Albert Einstein que es estupenda y que creo que es aplicable acá: que el ser humano frente a las situaciones puede ser culpable o no, pero el ser humano frente a situaciones cuando mira para otro lado es culpable. Yo creo que eso pinta lo que yo pienso de esto: que nosotros tenemos que tener muy claro por qué ocurren las cosas. ¿Otra vez los judíos? Y los uruguayos, los brasileños, los negros de Estados Unidos y de África, todos somos pasibles o estamos en posición de que en algún momento pueda ocurrir otro holocausto.

 

CÓMPLICES

Una persona puede decidir cómo actuar ante cada situación.

Yo escribí sobre los jasídicos en un homenaje a Isaac Bashevis Singer, que para mí es uno de los escritores más importantes de la literatura universal. Volví a leer todos sus libros para escribir, y me interesó ver el punto de vista de los judíos jasídicos. Pero en la investigación que hice me di cuenta de una cosa: si bien los nazis fueron los que llevaron a cabo el exterminio, la complicidad de todas las naciones europeas fue monstruosa, y estoy hablando de Inglaterra, de Francia...

Las vías del tren, que pudieron haber sido bombardeadas...

Claro. Y la negación del gobierno inglés a recibir refugiados judíos que casi siempre eran niños, la resolución del gobierno australiano, que ante la consulta de si podía recibir refugiados dice "bastante problemas tenemos con los aborígenes como para traer a otra raza acá". Eso es monstruoso. La pasividad, la indiferencia, la iglesia cómplice del nazismo, así como la Cruz Roja. No te olvides de que la Cruz Roja el único campo de concentración que iba a filmar era el de Terezin, el campo modelo.

Con orquesta y todo, para las cámaras, como si allí todo fuera normal.

¿Y la Cruz Roja no sabía que existían otros? ¿No había otras maneras? Toda esa complicidad, que ahora se calla y cae todo sobre unos "locos". Pero no, no eran locos, era un sistema que habían creado para hacer un exterminio. Pero yo no soy historiador. Lo mío es una novela.

 

LA INVESTIGACIÓN PREVIA

Sí, una novela pero con muchísima información histórica evidentemente bien investigada. Habrás inventado a los personajes pero están bien anclados en una realidad que evidentemente estudiaste a fondo. Me gustaría que me cuentes un poco los entretelones de la investigación.

Me llevó cuatro años y medio. Cuando yo tenía más o menos en la cabeza el esquema de por dónde se iba a mover, tuve que averiguar y que enterarme. Yo sabía lo que habían sido los campos de exterminio lo que sabe cualquier persona medianamente informada, pero tuve que meterme adentro, en cómo eran el sistema y el partido nazi. Por ejemplo, yo hago una descripción de un horno crematorio y de cuáles eran las dificultades que tenían para sacar el gas para no perder tiempo. Todo eso fue investigación. Pero además por ejemplo Danzig -que ahora ya no existe, es Gdansk-, que era un estado libre, fue un tema complicado. Tuve que averiguar los nombres de las calles de aquel momento, de la década del 30, que no son las mismas que ahora. Yo recojo mucha información para escribir, uso el 10%, pero la necesito toda, porque si mi personaje sale por una calle y dobla a la derecha tengo que saber a dónde va esa calle, si va al río o al monte.

Aunque cabe suponer que nadie va a ir a verificarlo.

Yo necesito esa seguridad, porque es la honestidad conmigo mismo, no con el lector. Esta información te enriquece. Por ejemplo, yo ya terminé con la novela hace tres o cuatro años, a pesar de que se publicó este año. Pero estuve revisándola con los consejos de mis amigos. Cuando la terminé yo seguía leyendo sobre el tema, sobre temas que surgen. Es más, también ahora, que ya publiqué la novela. Antes de los judíos Hitler aplica la eugenesia e invalida o mata a más de 350.000 alemanes, no empezó con los judíos, empezó con los enfermos, con los locos, con los deformes, los minusválidos, con todos esos que él consideraba que no debían vivir. Yo ahora estoy leyendo sobre eugenesia, ¿para qué?, no sé, me quedé enganchado.

¿Cuántos libros leíste para investigar de cara a la novela?

No sé, centenares. Imaginate que los de BasheVis Singer son 20, por lo menos, sobre Adolf Eichmann y su secuestro en Argentina... Más de 100 por supuesto.

El uso de los términos en hebreo e idish es casi perfecto, eso no es sólo leer, tenés que haber tenido a alguien de cerca, un judío...

No, además un día me preguntaron a cuántas personas había entrevistado, y dije que no entrevisté a nadie porque yo no tenía ganas de que me contagiaran con su manera de hablar, yo quería crear un lenguaje mío, que fuera en idish o hebreo y que fuera mío, y utilizarlo como yo pensaba que debía utilizarse.

No puedo creer que sobre los términos no entrevistaste a nadie... increíble.

Ah, bueno, yo me valí mucho de diccionarios, no le pregunté a nadie. El otro día me escribió León Lev y me dijo que en una frase en idish falta el verbo, y le dije: "Bueno, para la segunda edición lo voy a corregir". Yo estaba solo. Me llevó trabajo. Lo logré buscando, haciendo analogías, comparaciones... Leyendo libros en los que hay frases en yiddish... Lo que yo he leído para llegar...

Además es una novela muy extensa, más de 500 páginas... un trabajo imponente.

Hubo muchos desafíos, sin duda. Por ejemplo, buscar dónde estuvo el cementerio judío de Danzig no sabes qué trabajo me dio, porque no existe más, lo arrasaron. Tuve que buscar a ver si quedaba en uno u otro lado, hasta que lo encontré por un agradecimiento de un argentino o una argentina que cuenta que su abuelo o bisabuelo había sido enterrado en Danzig y describe el cementerio. Ahora, con internet, es todo mucho más fácil.

 

SEGUIR ADELANTE

Al haber terminado algo después de tantos años de investigación, tanta lectura, ¿dirías que te aferrás a esta última novela? ¿Dónde la ubicarías en el cuadro general de tu obra?

Te digo sinceramente, no es una frase hecha, a mí la que me entusiasma es la que estoy escribiendo ahora, y mientras esté en esta, que es totalmente diferente...

Ya empezaste a escribir otra.

Sí, ya estoy escribiendo. Terminé un libro de cuentos que supongo que se publicará el año que viene, que se va a llamar Accidentes domésticos, que es sobre relaciones de parejas y de padres e hijos. Esta es una novela que estoy escribiendo... En lo que pongo todo mi esfuerzo es en lo que estoy haciendo, lo otro ya queda en el pasado. Creo que va a ser para el análisis de alguien que algún día tome el conjunto y vea cuáles eran las consecuencias o las discrepancias entre los libros. Pero sí puedo decir que fue de las novelas que más trabajo me llevó.

¿Hay alguna otra cosa que quieras agregar?

No, simplemente agradecerte. Espero que si encuentran muchos errores sean indulgentes, porque lo hice con buen propósito. Ojalá que sea entendido así.